EN ELLA, DIOS REVELA SU VOLUNTAD
En primer lugar, no debemos olvidar que siendo el Creador, Él es quien determinó nuestra naturaleza y propósito.
Él es el único que puede responder con certeza a esas inquietudes. Por lo tanto, no está en el hombre, por más que se esfuerce, el encontrar el camino seguro (Jeremías 10:23). Así como yo no puedo saber lo que piensa otra persona, si no me lo dice, tampoco podría saber lo que Dios quiere, si Él no me lo comunica (1 Corintios 2:11). En este punto es donde se muestra la importancia de la Biblia, pues es la revelación de Dios a los hombres; en ella podemos encontrar el motivo de nuestra existencia y la naturaleza de nuestro ser.
LA BIBLIA PUEDE SER ENTENDIDA
Primeramente, diremos que la Biblia es una colección de 66 libros, escritos por aproximadamente 40 hombres inspirados (2 Pedro 1:20-21), quienes recibieron del Espíritu de Dios las cosas que escribieron (1 Corintios 2:12-13). Siendo la Biblia el mensaje inspirado por Dios para los hombres, puede ser entendida por todos, pues esa es su voluntad (Lucas 10:21). Pero entonces, ¿por qué se llega a diferentes interpretaciones? La verdad, es que esto depende de la actitud con la que el hombre se acerque a la Biblia; por esto el Señor habla de recibir la Palabra como niños, es decir, sin prejuicios, permitiendo que sea Dios quien exprese su voluntad, ya que la Biblia no es sabiduría humana intelectual, sino palabra espiritual y sencilla (1 Corintios 2:14-16).
También es importante entender que en la Biblia se encuentran algunas cosas difíciles de entender (2 Pedro 3:16) que requieren un estudio paciente y ordenado. Por lo tanto, el hombre, debe acercarse a la Biblia con la certeza de que puede entenderla claramente, como Dios lo quiere. Así, la actitud que se debe tomar, es la de escuchar a Dios, sin prejuicios, escudriñando continuamente para comprobar si lo que se nos enseña es la verdad, tal como lo hicieron las personas en Berea, que no creyeron al apóstol Pablo sin antes haber examinado las Escrituras (Hechos 17:10-11), y así, hacer solo lo que Dios desea que hagamos, cumpliendo con el propósito que Él tiene para nosotros (Santiago 1:21-22).
LA BIBLIA ES PERFECTA
Ahora observemos otro tema: la suficiencia de la Biblia. Dios, en su infinito amor y sabiduría, y queriendo que todo sea claro para nosotros, no ha dejado oculta cosa alguna que necesitáramos, sino al contrario, nos ha revelado todo lo que el hombre debe saber, en cuanto a la vida y a la piedad (2 Pedro 1:3). Entonces, no debemos recurrir a otras posibles fuentes, porque todo lo que necesitamos saber está en la Biblia, y si no está, es porque no lo necesitamos (Deuteronomio 29:29).
La Biblia es el libro perfecto, lo que significa que ni le sobra ni le falta algo, y hay severas advertencias para aquel, que le quite o le añada algo (Deuteronomio 12:32, Proverbios 30:5-6, Apocalipsis 22:18-19).
LAS DOS GRANDES DIVISIONES
Como ya hemos mencionado, la Biblia es un libro de estudio, no solo de lectura. Recordemos lo que el Señor pedía a sus discípulos (Juan 5:39): es necesario escudriñar cuidadosa y profundamente para encontrar el tesoro escondido. Para comenzar bien este estudio, debemos dividir ordenadamente las Escrituras (2 Timoteo 2:15).
La primera división que salta a la vista es la de los dos testamentos, Antiguo y Nuevo. El Antiguo nos habla del pacto que Dios hizo con Israel (Éxodo 34:27-28) y la historia de este pueblo en la tierra prometida hasta que la misma nación invalidó el pacto de Dios, por lo cual fue desechada, y prometió un Mesías que sería mediador de un nuevo pacto (Jeremías 31:31-32).
El Nuevo Testamento, es un nuevo pacto que es establecido con todas las familias de la tierra (Romanos 1:16-17). Así que hoy en día, todo aquel que quiera entrar en pacto con Dios debe hacerlo siguiendo las enseñanzas del Nuevo Testamento y observando los principios del Antiguo Testamento.
LA ACTITUD CORRECTA ANTE LA BIBLIA
En conclusión, podemos decir que siendo la Biblia el mensaje de Dios para los hombres, podemos entenderla tal como Él lo quiere. Solo es necesario observar la actitud correcta, la cual podemos resumir en los siguientes puntos:
Entender que la Biblia es perfecta, no le sobra ni le falta.
Aceptar que es suficiente para nuestra salvación.
Escuchar el mensaje sin ningún prejuicio, con el propósito de obedecer.
No colocar la confianza en los hombres, sino, por el contrario, escudriñar las Escrituras para comprobar toda enseñanza.
Estudiar de manera continua, ordenada y diligente.
Leer para creer, pero en la Biblia.